La
hemorragia obstétrica sigue siendo una de las principales causas de muerte
materna en los países en vías de desarrollo, incluso en los países
desarrollados, y la mayoría de las muertes maternas por hemorragia deben ser
consideradas como evitables, ya que se presentan en la mayoría de los casos por una
“atención deficiente”.
La hemorragia
pos parto (PPH) que implica una pérdida sanguínea entre 500 y 1000 ml
(en ausencia de signos clínicos de choque) debe ser descrita como PPH menor, y
se deben iniciar medidas básicas (vigilancia, acceso venoso, hemograma
completo, grupo y Rh, e insertar sonda Foley) para facilitar la reanimación. Si
una mujer con PPH sigue sangrando, después de una pérdida sanguínea mayor
de 1000 ml (o tiene datos clínicos de choque o taquicardia asociada con una
pérdida estimada menor), entonces se trata de una PPH mayor y se debe iniciar un
protocolo completo para reanimación y hemostasia.
Una pérdida
sanguínea aproximada de 500-1000 ml (sin datos clínicos de choque) requiere de
medidas básicas de vigilancia y "preparación para la reanimación",
mientras que una pérdida estimada mayor de 1.000 ml (o una pérdida menor asociada
a datos clínicos de choque, como taquicardia, hipotensión, oliguria
o llenado capilar retardado) exige la aplicación de un protocolo de medidas
para resucitación, y control del sangrado.
(RCPI)
Aunque la definición tradicional de la hemorragia posparto abarca todas las pérdidas sanguíneas mayores de 500ml, (OMS 1990) en las primeras 24 horas posteriores al nacimiento; de acuerdo a la magnitud, la hemorragia posparto ha sido definida como la hemorragia mayor de 500ml en el caso del parto, y de 1000ml en el caso de la cesárea. Pero con fines clínicos, cualquier hemorragia que produce inestabilidad hemodinámica se considera PPH.
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